Una pareja barcelonesa con gustos frikis. Y ahora con más robots asesinos que nunca

viernes, 19 de septiembre de 2014

La Estación de la Calle Perdido (Reseña novela)

Título: La Estación de la Calle Perdido

Año publicación: 2001

Autor: China Miéville

Número de páginas: 588

Argumento:

La metrópolis de Nueva Crobuzon se extiende desde el centro del mundo. Humanos, mutantes y razas arcanas malviven en la penumbra bajo sus chimeneas, donde el río se trona viscoso por los afluentes artificiales, donde las fábricas y fundiciones amartillan la noche. Durante más de mil años, el Parlamento y su brutal milicia han gobernado una vasta economía de obreros y artistas, espías y soldados, magos, yonquis y prostitutas. Isaac un científico humano y su novia Lin, una artista khepri(mujer insecto), se verán envueltos en problemas cuando el primero intente conseguir que vuele un garuda (hombre pájaro) al que arrancaron las alas y la segunda deba esculpir una estatua de su nuevo e imposible mecenas.







Opinión personal:

Primera novela que leo del famoso China Miéville y he decidido comenzar con su primer gran éxito (esta es su segunda novela, la primera fue El rey rata).

Lo primero que hay que reconocer de Miéville es que es muy imaginativo y todas las razas inteligentes que forman parte de Nueva Cobruzon son originales: los khepri son mujeres cuyas cabezas son escarabajos, los vodyanoi son sapos humanoides, los garuda, etc... Además, luego están los rehechos, criminales cuyo castigo consiste en substuituir miembros por partes de animales o metálicas.
También hay polillas asesinas que se alimentan de sueños y arañas dementes que viajan entre dimensiones, un embajador infernal e incluso un dios robot. Sin contar con que la ciencia juega descaradamente con la magia pero logran creer que lo imposible se vuelve posible.

Los personajes quizás no son tan espectaculares como su aspecto pero están bien construidos, sobretodo Isaac, Lin y Yag. En cuanto a la trama, pues el argumento que he puesto arriba es sólo el principio y se acaba enredando pero es fácil de seguir y el estilo elegante y barroco de Miéville no se hace pesado, aunque hay que leer el libro con atención ya que tira tantos conceptos al lector que debe asimilarlos con cuidado.





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